Se puede argumentar que de alguna manera un derecho de
propiedad intelectual ha existido desde la época medieval, cuando los gremios
artesanales fueron otorgados poderes por la autoridad gobernante en materia de
regulación y conducta en su industria. La motivación en aquel entonces fue
principalmente controlar el mercado, y acceso a él, en torno esto tuvo la
consecuencia de limitar la creatividad e innovación.
En la materia de derecho de propiedad intelectual, o derecho
del autor, uno de los primeros avances fue en los Estados Unidos, en su
formación como tal, después de ganar su independencia, con la inclusión en la
nueva constitución de un artículo que aseguro que la autoridad federal tenia
supremacía en la materia de la protección del autor o inventor.
El Convenio de Paris en 1883 fue muy importante, porque fue
el primer acuerdo internacional sobre la protección de la propiedad industrial,
y sirvió como el primer paso en habilitar a los creadores a proteger sus
inventos en otros países además de su país de origen. La necesidad por una
medida así fue notorio gracias a lo sucedido en la Expo Internacional de
Inventos en Viena, Austria en 1873, cuando expositores rehusaron de asistir al
evento por miedo de robo de sus ideas con su subsecuente explotación económica.
Solo tres años después, en 1886, fue adoptado el Convenio de
Berna, en donde se trataron de los temas de la protección de las obras y los
derechos de los autores. Fue impulsado por los esfuerzos de una campaña
dirigida por Victor Hugo, y logro establecer los principios básicos en proteger
las Obras Literarias y Artística, como novelas, poemas, obras de teatro,
canciones, operas, pinturas, esculturas y dibujos.
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